Seguidores

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dos años odiando el nueve del once.

Hace dos años, una mañana como esta publicaba en alguna red social una foto seguida de este texto: 

"Cuando se despertó,dió gracias a la vida por permitir que los años lo forjaran entre el viejo rock y el nuevo flamenco,por revelarle el secreto del mal de amores,por no dejar que su deseo se ahogara en el fondo de una fuente,más cuando se marchó al mundo en busca de su sueño,la vida le puso un ángel para hacerle ver que su obra sería lenta y sosegada,como el invierno que cualquier playa aborrecería. Se entrego al amor y le dio forma al desamor,del ruido hizo el silencio y al silencio puso voz,al tiempo le pidió un sueño y al sueño una ilusión: vivir toda la vida soñando como sueña una soñadora.Duermete poeta, duermete,que viene el alba,que viene el alba..."

En el fondo de pantalla tenía puesta una foto mía con la frase famosa de la canción de Fito y los Fitipaldis: "Y cuidar de las estrellas puede ser un buen castigo".

Lo que no me imaginaba es cuanto tendría que ver todo aquello con lo que a continuación iba a suceder. Cuando llamaron por teléfono para avisar de lo que estaba sucediendo (lo cogió mi hermano) yo acababa de darle al botón de "subir" y estaba frente a aquello con mi desayuno.
Muchos de vosotros sé que creíais que ese texto lo publiqué después de que me dieran la noticia, no es así, no soy tan fría.
Algunas de las palabras que mi mejor amiga me dijo en aquellos días fueron: "Rosa no te preocupes, piensa que ellos te estarán viendo desde alguna estrella, desde la que más brille".
Uno de mis hermanos me dijo que me pusiera en el ordenador que me iba a hacer bien para dejar de pensar un rato.
Lo encendí, vi la foto con la frase "y cuidar de las estrellas, puede ser un buen castigo" y apagué el ordenador.
No sé cuanto sentido tendrían todas aquellas palabras en aquel preciso momento.
Le cogí miedo a todo, solo tenía ganas de desaparecer, "de ir con ellos". Le echaba la culpa a mi comportamiento, a aquella red social, a aquel desayuno. Hasta que un día me pregunté el por qué, quizá mi comportamiento hubiese tenido algo de culpa y esa idea no se me quitará jamás de la cabeza, el pensar "y si yo hubiera reaccionado en muchos momentos de otra manera". No puedo dejar de culparme de alguna manera.
Ahora no le tengo miedo a nada, cada vez que le temo a algo miro al cielo y busco esa estrella, la que más brilla, siempre está. Bueno miento, creo que el único miedo que tengo es pensar que no hay nada. Y que todo termine aquí, me da mucho miedo, la verdad.
Decidí tirar hacia delante por ellos, y por darle a mi vida tan solo el sentido de cumplir mi sueño, ese en el que desde pequeña, ella siempre me había apoyado. El baile. No tengo más sentido de vida en estos momentos que ese. Nunca había contado esto a nadie, y para mí significa mucho, significa la parte más importante de mi vida.
También es cierto que desde entonces mi punto de vista sobre las cosas ha dado un giro de 180º No lo veo todo con ganas de deprimirme, ese sentimiento en estos momentos me lo guardo en el más fondo de mis fondos, solo tengo ganas de vivir lo que me queda de vida lo más feliz posible, que la vida es muy corta para andarse con tonterías.
Donde antes podía ver un "tengo ganas de morir" hoy lo veo tanto como un "tengo ganas de llamar la atención". No se sabe realmente lo que se dice. Piensas que los problemas el discutir con las amigas y por ello pensar que estás sola, que nadie te quiere, el romper con tu pareja o cosas similares. Son tus problemas mayores, y en realidad no tenéis ni idea de problemas mayores y una discusión o una ruptura con un chico con el que lleváis 8 meses a lo mucho 2 años no puede desmoralizar tu vida... En todo caso hacerla más difícil, pero la vida de por sí es difícil.
Fue de las cosas más duras a las que tuve que enfrentarme. Me refiero a las despedidas que no son con la mano o de palabra, si no a las que son con todo el dolor más doliente que pueda existir más allá de lo existente.

Te echo de menos mamá.

martes, 8 de noviembre de 2011

Como si siempre te faltara algo...

Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos, esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella… Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejaréis de intentarlo. Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando. Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más… Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza. Os libraréis de él o de ella, dejaréis de sufrir, conseguiréis encontrar la paz (le sustituiréis por la calma), pero os aseguro que no pasará un día en que deseéis que estuviera aquí para perturbaros. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas que haciendo el amor con alguien a quien aprecias.

martes, 1 de noviembre de 2011

Noviembre.

Desde hace casi dos años odio noviembre, y no sabía que algún día lo odiaría para el resto de mi vida.